El evento, con más de cuatro horas gratuitas de música, se desarrollará sobre un escenario flotante en la playa del embalse
La terna ofreció una gran tarde de toros en Santander y Marco Pérez salió por la puerta grande
Estalló la emoción de la fiesta y su grandeza en la sexta de feria, protagonizada por una terna entregada ante la corrida de la Ventana del Puerto de san Lorenzo que echó los toros lisardos, alguno de movilidad extraordinaria, con genio, con dificultades, con nobleza, por lo que los toreros debieron emplearse con los cinco sentidos en prácticamente todos los momentos de su lidia. Al final el triunfo sonrió a Marco Pérez, al abrir la puerta grande tras cortar una oreja a cada uno de los de su lote, y pese a su convalecencia por la cogida sufrida en Alicante, aunque algo mermado físicamente, el torero dejó la impronta de su valor, de su decisión y de sus ganas por entrar en el mundo de los elegidos para la gloria, bien es verdad que con el sentimiento a flor de piel del graderío y de un público que le quiere, le mima y le reconoce su esfuerzo.
Creo que la faena de la tarde la protagonizó Talavante ante el cuarto de la tarde. Un 'inspector' de 525 kilos de romana de la Ventana del Puerto, bravo, noble, geñudo y con peligro si las cosas no se le hacían bien. Talavante brindó su faena al público, escocido porque ante otro 'inspector' que abrió corrida y plaza no pudo desorejarlo pese a sus buenas series por la izquierda, tras comenzar la faena por estatuarios a pies quietos y juntos, habiendo fallado con el estoque por lo que recibió la ovación con saludos desde el tercio. Y ese fue el momento para sacarse la espina. Alejandro Talavante toreó a este segundo 'inspector' con clase, sentido de la medida, emotividad, temple y mando, mostrando la calidad que atesoran sus manos, su cuerpo y su forma de torear variada y completa. Hasta la fecha, lo mejor que se ha visto en esta feria. El final, aclamado por el público, en la puerta del toril a donde se había ido ya el toro, le despachó con una estocada tendida trasera, cuando sonaba el aviso. El puntillero levantó al burel y pese a ello, los gritos y voces de los espectadores pidiendo los trofeos para el de Badajoz se hicieron notar. Sin embargo, el Presidente solo concedió una oreja, con muy buen criterio.
Emilio de Justo, otro pedazo de torero, se enfrentó en primer lugar con un descompuesto girón, bajo de raza, del hierro de la Ventana con casi 600 kilos de carne en su cuerpo que empezó colándose por el pitón izquierdo en dos ocasiones, una ante el capote de un subalterno y otra en la muleta del torero. Emilio superó siempre la dificultad del burel, con gusto y poderío, superando aquella con creces. Al perfilarse para matar y entrar en un volapié canónico fue cogido por el toro 'productor' y levantado de mala manera en la misma suerte de matar. Pisoteado en el suelo, el toro le hizo una descalabradura en la oreja izquierda por la que sangraba abundantemente y tuvo que ser restañada la herida con siete puntos de sutura en la enfermería, tras pasear la oreja sonriente y feliz. El ¡ay! en los tendidos hizo callar el bullicio al ver cómo era levantado y volteado por el toro en ese duro y peligroso momento de la estocada, convirtiéndose en una ovación de gala, al comprobar que el diestro de Torrejoncillo se sobreponía a esta contrariedad.
No pudo redondear la tarde y abrir la puerta grande cuando lidió al quinto de la tarde, un 'aclarado' de 491 kg de peso al que recibió con un larga de rodillas y al llevarle por chicuelinas al caballo, el susto se produjo al ir el toro hacia el cuerpo del torero. De Justo brindó al público y fijó su embestida con una mano izquierda de esas que ganan cortijos. Los naturales tuvieron enjundia y grandeza. Cuando tiró el estoque siguió toreando entre las aclamaciones del público. Un pinchazo arriba, en buen sitio y un golpe de verduguillo acabaron con el ejemplar bravo y noble de la familia Fraile. Una lástima pero al llegar a este punto, muy pocos pidieron la oreja. Por cierto más que merecida a juicio de quien esto escribe.
Y llegó Marco Pérez que reapareció en Santander tras probarse el día anterior de su lesión seria, tras la cogida en Alicante. Le tocó uno del puerto de San Lorenzo llamado 'bilvoreal', terciado, bajo de raza, rajadito al que tardó en recibir con el capote. Puesto para la suerte de varas, el picador marró la misma y no cogió toro, con lo que el animal del topetazo derribó al caballo y al caballero. Luego, de la vara salió el toro trastabillado. Marco Pérez brindó al público en su vuelta a Santander y éste le aclamó, le aplaudió y el animó hasta lo indecible. Muy cariñoso con él todo el mundo. Su faena la empezó citando desde el centro del platillo con un pase cambiado por detrás y luego unos naturales mandones hicieron que el personal aplaudiera con ganas. Marco en esta ocasión estuvo muy por encima del toro y el griterío se hizo ensordecedor al salir indemne de un achuchón . Con una estocada entera tendida, le concedieron la oreja, tras la petición sensible del público por lo que significaba la presencia del joven torero en esta corrida y en la Plaza de Cuatrocaminos.
Otra oreja cortó al sexto al que recibió por delantales con brío y elegancia. En su faena de muleta, las manoletinas finales ajustadas, y una estocada al segundo intento, le hicieron acreedor al galardón del premio, bien es verdad que esta oreja no fue tan lograda como la de su primer toro. Pero así son las cosas, la sensibilidad, el apoyo del excelente público santanderino y la acogida del torero herido, fueron un peso más en el balance final que en lo desarrollado con cargo a la faena en sí. Al final, las puertas de Cuatro Caminos se abrieron para sacar en volandas a este joven torero de Salamanca.
En resumen, buena corrida, hasta ahora la mejor del serial santanderino, donde Talavante firmó con la muleta lo mejor visto hasta la fecha.