Madrid atraviesa estos días un episodio de mala calidad del aire debido a la entrada de una masa de aire cálido procedente del norte de África, cargada de polvo en suspensión. Este fenómeno, habitual en ciertas épocas del año, se ha intensificado por las altas temperaturas, generando niveles elevados de contaminación atmosférica que pueden perjudicar la salud, especialmente entre los grupos más sensibles.
El polvo sahariano, transportado por corrientes del sur, arrastra consigo partículas minerales y orgánicas que se dispersan por el aire y provocan una disminución notable de la visibilidad y un aumento de las partículas PM₁₀ en la atmósfera. Estos contaminantes, al ser inhalados, pueden irritar las vías respiratorias, empeorar afecciones pulmonares crónicas y provocar malestar general en personas sanas.
Además, la combinación entre calor extremo y contaminación favorece la formación de ozono a nivel del suelo, un gas nocivo que puede agravar síntomas en personas con asma, enfermedades cardíacas y otras patologías. Se trata de un contaminante secundario que no se emite directamente, pero que surge al reaccionar ciertos compuestos en presencia de la luz solar intensa.
Ante esta situación, se recomienda a la población reducir la actividad física al aire libre, especialmente durante las horas centrales del día, mantener los espacios interiores bien ventilados en momentos de menor carga de polvo y utilizar mascarillas adecuadas si se presentan molestias respiratorias al salir. También se aconseja priorizar el transporte público para no agravar la situación con más emisiones.
Los más afectados por este episodio suelen ser niños, personas mayores, embarazadas y quienes padecen problemas respiratorios o cardiovasculares. En caso de presentar síntomas como tos persistente, fatiga, dificultad para respirar o dolor en el pecho, se aconseja buscar atención médica.
Este episodio vuelve a poner de manifiesto la vulnerabilidad de grandes ciudades como Madrid ante fenómenos meteorológicos que, sumados a la contaminación habitual, pueden afectar gravemente la salud pública. Se requiere un mayor esfuerzo por parte de las autoridades para prevenir estos impactos, mejorar la gestión de la calidad del aire y avanzar hacia un modelo urbano más sostenible que minimice los riesgos ambientales en el futuro.