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¿Cuánto arroz es mucho arroz?
Está claro que un grano de arena no es una montaña, pero en lo que tal vez sea más difícil ponernos de acuerdo en es cuántos hacen falta para que lo sea. En ese dilema chapoteaba Rufián en el pleno del desahogo que sus señorías han celebrado esta semana en el Congreso. Dice el noi de Santa Coloma que "tres listos y cuatro mordidas" es razonable y que con eso Sánchez puede seguir en el Gobierno. Y aunque en realidad ya son al menos cinco los imputados en este asunto, si contamos a la ex directora de Adif y al de carreteras, y de momento son ya nueve adjudicaciones las que investigan los jueces, lo que tendría que explicarnos Rufián es cuánto arroz es mucho arroz. Vamos que cuántos listos y cuántas mordidas le parecerían suficientes para que Sánchez tenga que tirar esa toalla a la que se aferran los boxeadores sonados.
¿Diez, veinte, cuarenta? Más allá de los cálculos algebraicos, lo mollar es que los socios piensan que, como dice Yolanda, Sánchez es un hombre honrado. Y que, si hubo corrupción, él no lo sabía. Y una vez dicho esto, pues ya Gabriel, ¿qué mas da si son ocho u ochenta? Tenemos un presidente que no se enteraba de nada y qué le vamos a hacer. Con lo bien informado que está de las corrupciones ajenas. Las detecta incluso antes de que haya indicios, informes de la UCO o imputaciones de los jueces, como le pasa con Ayuso o con Moreno Bonilla. Pero lo suyo, lo de su familia, lo de su partido, lo de su gobierno, le pasa desapercibido, porque Cerdán llevaba en Madrid "una vida humilde" en un ático de un millón de euros.
Citó Sánchez, sin nombrarlo, la frase de "un escritor extremeño", que dice "caminando hacia adelante, siempre hacia adelante". Y ya uno no sabe si Sánchez se burla de nosotros o el que se burla de él es el que le escribe los discursos, porque hacerle citar, tal vez sin saberlo, precisamente a Javier Cercas para asegurarnos que piensa seguir aferrado al cargo, igual no es lo más prudente, aunque resulta divertido. Más que nada porque hace una semana el autor de Soldados de Salamina lo que escribía es "¿Debe dimitir el presidente Sánchez? Sin ambages: sí".
Y el resto de lo que le escuchamos el miércoles al secretario general del partido que ahora quiere abolir la prostitución, viene a ser, como le dijo Feijóo, tratar de "abolir su biografía". Sánchez, que llegó para erradicar la corrupción, tiene ahora, siete años después, un plan y un paquete de medidas. Nos dijo que venía "a rendir cuentas, a dar explicaciones como corresponde, a asumir mi responsabilidad. Pero, sobre todo, vengo a proponer medidas para que algo así no vuelva a suceder". Es muy difícil encontrar algún rastro de sinceridad en quien el sábado decía en Ferraz que nunca se había planteado dimitir y el miércoles que eso era lo primero que se planteó.
Pero sí me parece sincero ese "pero sobre todo". Porque ni rindió cuentas, ni dio explicaciones, ni asumió ninguna responsabilidad. Él es "un político limpio con el orgullo de quien lidera un partido ejemplar". Que, a ver, no digo yo que no sea ejemplar, la cosa es saber de qué es un ejemplo un partido con sus dos últimos secretarios de organización imputados por corrupción. Qué también es mala suerte, porque como explicó el presidente, el PSOE tiene "cargos electos en más de 4.000 ayuntamientos, diputaciones, consells, cabildos y parlamentos autonómicos. También en las Cortes Generales". Y 120.000 militantes, todos ellos "honestos y decentes, personas comprometidas con su país". Y va el tío y consigue encontrar a los dos únicos corruptos, dos alfileres en ese inmenso pajar y los pone al frente del partido. Eso sí que es tener ojo.
Y luego pues Sánchez nos explica que, si en su partido hay tres golfos, pues eso no implica que el partido sea corrupto, pero que si en una empresa hay un sinvergüenza, toda la empresa es corrupta, que para eso es una empresa. ¿Verdad Yolanda? Que no digo yo que no lo sea, pero si vamos a poner en una lista negra a una empresa por un director de construcción implicado en la trama, y me parece muy bien, ¿qué hacemos con un partido cuyos dos últimos CEOs están en el mismo ajo? Y ¿qué hacemos con el presidente que los nombró? Pues eso, asumir que "la traición de unos pocos no puede manchar al resto".
Así todo va encajando. Sánchez es honrado, el partido está limpio como una patena y su puto amo cometió un error, "aunque ustedes no se lo crean, yo no soy perfecto". Pero ¿cómo pudo cometer este error? Pues muy sencillo, la culpa es de la ultraderecha y de los bulos y el fango que andan esparciendo. Sánchez lo explica mejor que yo: "Un año después, en noviembre de 2024, surgieron en los medios de comunicación los primeros rumores acerca de la supuesta participación de Santos Cerdán en el llamado caso Koldo. Cuando los leí en la prensa, mi primera reacción, evidentemente, fue de incredulidad". Evidentemente, porque "los rumores", que es como Sánchez se refiere a las noticias cuando le afectan a él o a los suyos, "carecían de concreción, de fuentes fiables o pruebas, y se producían además en un contexto mediático de desinformación en la que nos empezábamos a acostumbrar a leer noticias falsas casi a diario".
Vamos que a Sánchez o le pones un audio de las conversaciones de Koldo, Ábalos y Cerdán o no se cree nada. Bueno si es por eso, creo que en los próximos meses no va a tener problemas de fe, porque visto lo visto, cuando dos socialistas se juntan para hablar, la probabilidad de que al menos uno de ellos esté grabando la conversación tiende a infinito. Decía también Sánchez que lo de dimitir, "en los primeros momentos de esta crisis me pareció hasta incluso la solución más sencilla para mí y para mi familia". Lástima que no se dé cuenta de que, casi siempre, la solución más sencilla es también la más adecuada. Pero no, como Mazón, se aferra al cargo.
Me da la sensación, hay ya encuestas que le dan al PSOE 95 diputados, de que ese "gran proyecto de país en el que confían millones de personas", un proyecto que consiste en transitar por cuatro años de legislatura sin aprobar un solo presupuesto para que en España manden el PNV, ERC, Bildu y Puigdemont, va a acabar muy mal para el gran timonel. Pero sobre todo para el PSOE. Los granos van a seguir amontonándose y acabarán siendo demasiado arroz, incluso para los más forofos de la paella.