A pesar de que Castilla y León sigue sin confirmar la presencia estable del mosquito tigre (Aedes albopictus), la amenaza de este vector invasor -capaz de transmitir enfermedades como el dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla- está más cerca que nunca. La expansión de esta especie por buena parte del territorio español y el cambio en las condiciones climáticas han activado todas las alertas.

Hasta ahora, la Comunidad ha permanecido a salvo gracias a una barrera natural clave: inviernos largos, fríos y con frecuentes heladas que impiden la reproducción del mosquito. Sin embargo, los efectos del cambio climático están debilitando esa protección. Los inviernos más cortos y suaves facilitan la adaptación de especies que antes no sobrevivían, y Aedes albopictus es una de ellas.

Desde su detección en Cataluña en 2004, el mosquito tigre ha colonizado todo el arco mediterráneo, desde Gerona hasta Cádiz, así como Baleares. Además, ha sido localizado en comunidades limítrofes como Madrid, Galicia, País Vasco, Castilla-La Mancha, Extremadura, Navarra, La Rioja y Aragón. Su llegada a Castilla y León no es cuestión de "si", sino de "cuándo".

AMENAZA SOBRE RUEDAS

El mosquito tigre no suele volar grandes distancias, pero viaja cómodamente en coches y camiones. Los vehículos que transitan desde zonas afectadas pueden transportar huevos o ejemplares adultos en espacios como neumáticos, maleteros o equipajes. Por eso, el sistema de vigilancia se ha centrado en puntos estratégicos: áreas de descanso, gasolineras, zonas comerciales y aparcamientos de gran tránsito.

En 2021 se registró la primera alerta positiva en la urbanización Lastras, en Sotillo de la Adrada (Ávila), y en 2023 se detectó otro avistamiento probable en Palazuelos de Eresma (Segovia), ambos notificados por ciudadanos a través de la app Mosquito Alert. Las imágenes fueron validadas por la Red Nacional de Entomología Digital (ReNED), que combina inteligencia artificial y verificación científica.

Estos indicios motivaron a la Consejería de Sanidad a implantar, en 2023, una red oficial de trampas de ovoposición en las nueve provincias de la Comunidad. Las trampas simulan entornos ideales para que las hembras depositen sus huevos y son revisadas cada diez días. Las muestras, analizadas por la Universidad de Zaragoza, no encontraron rastro del mosquito en los 36 puntos de control instalados entre septiembre y octubre.

Pese a los resultados tranquilizadores, Castilla y León no baja la guardia. En 2025 se mantendrá activo el sistema de vigilancia y se ampliará: se reevaluarán las ubicaciones de las trampas, se mejorará el sistema de análisis y se pondrá en marcha una herramienta digital que permitirá monitorizar en tiempo real todo el proceso, desde la recogida hasta la interpretación de datos, integrando la distribución geográfica y temporal de los vectores.

La participación ciudadana también será clave. La Junta apuesta por seguir fortaleciendo el uso de Mosquito Alert, una aplicación que ha demostrado ser una pieza fundamental en la detección precoz.

Paralelamente, se va a poner en marcha un programa de seguimiento específico para los mosquitos del género Culex, vectores del virus del Nilo Occidental. El foco estará en las zonas húmedas del oeste y sur de la Comunidad, donde estos insectos pueden encontrar las condiciones ideales para reproducirse.

Todo este esfuerzo se enmarca dentro del enfoque 'One Health' (Una sola salud), que aborda de forma integral la relación entre salud humana, animal y ambiental. Castilla y León ya es un referente en esta estrategia, gracias a su veterano subprograma de vigilancia de enfermedades transmitidas por garrapatas, activo desde 1995 y también en proceso de ampliación.

El mensaje es claro: Castilla y León no espera a que llegue el mosquito tigre. Ya se está preparando para que, si aparece, no encuentre terreno fácil para quedarse.

Fuente: Ical