Madrid, ciudad abierta, congregación de culturas, ideologías, paisanajes y acogimiento de cuantos a ella se acercan; ciudad en la que el crisol, el consenso y la interconexión se conjugan en primera persona por ser una ciudad construida por todos.

Algo estará haciendo bien el PP, o muy mal el resto, cuando en este centro del diálogo, de la convivencia, de la conexión de todos, Ayuso y Almeida obtienen un apoyo muy mayoritario de todos los que en ella viven y, en la medida que esto es así, se convierten en diana contra la que ajustar todos los impactos de la izquierda, de la ultra izquierda y de los comunistas terroristas y asesinos, rechazados una y otra vez por los madrileños que quieren diálogo, paz, así como seriedad y solvencia.

Ahora esa izquierda que se encama con el asesino y terrorista recorre las calles de esta ciudad de acogida y comprensión, clamando por la guerra de Gaza, por la crueldad que en ese territorio se está produciendo y acusan de genocida al gobierno Israelí, así como pretenden la anulación de toda relación comercial con él.       

Incluso aceptando, a los solos efectos dialécticos, su discurso, nos sorprende, nos enoja y preocupa contemplar cómo los grandes monstruos comunistas asesinan en Ucrania a los niños, a los ancianos, a los habitantes de esas tierras de forma cruel, con uno de los ejércitos más potentes del mundo y con reconocidos asesinos a sueldo y sicarios, mercenarios internacionales que utilizan las peores técnicas ya utilizadas por el Ejercito Rojo al entrar en Alemania: matar y violar a quien encuentran en su caminar. Nuestro gobierno, nuestros rojillos de plexiglás, los propalestinos callan, no dicen nada, o incluso incrementan el comercio internacional con el asesino ruso.

Que los defensores de Palestina, Israel, Rusia y Ucrania lo hacen por sentimientos nobles de protección a la víctima, de amparo al que es objeto de la agresión, del que sufre los bombardeos, ni lo dudo, ni lo pongo en cuestión, mereciendo mi comprensión; pero tras esos ideales están los que los utilizan y organizan como modelo de agresión política, entre los que se encuentran los dirigentes de los partidos y de los gobiernos que usa y mal usan la muerte, el sentimiento, el dolor y así presentan a los asesinos de Hamas como santos sufridores que utilizan al pueblo como escudo ante la agresión injusta de las víctimas de su terror.

Como contrapartida esos mismos que amparan al pueblo Palestino con esas aviesas intenciones, callan, amparan o incluso ayudan y apoyan al Ejercito Rojo Ruso cuando asesina, bombardea y persigue al pueblo Ucraniano.

Los niños, los ancianos, las mujeres y los hombres Palestinos valen mucho más y son objeto de mayor protección que los mismos niños, ancianos, mujeres u hombres que mueren en Ucrania, así vivimos con una izquierda que comprende al asesino de ETA, ampara al de Hamas, cuida de los que en su día lideraban las 'checas' (instalaciones utilizadas en la 2ª República por el PSOE, PCE y Anarquistas para detener, interrogar, torturar, juzgar y ajusticiar a los que consideraban fachosfera), utilizando los nobles sentimientos sinceros de un pueblo que no quiere guerras, que no quiere muertes, pero que no se preocupa de verificar los discursos maliciosos que oculta que esas muertes son consideradas lícitas o un mal menor si el que muere no es de los suyos, no es de los que ellos amparan, de forma que el muerto a manos del Comunismo Ruso es un buen muerto mientras el muerto de Hamas es un alma de Dios al que hemos de amparar.

Toda muerte, toda guerra, debe ser impedida; siempre hemos de estar del lado de la víctima, pero todas por igual, de forma que reaccionemos igual contra unos como contra otros, y que hagamos buenas las primeras palabras de León XIV "la paz sea con todos… que llegara a todas las personas dondequiera que estén, a todos los pueblos, a toda la tierra…". No nos dejemos llevar por aquellos que manipulan y utilizan nuestros nobles sentimientos para construir muros, generar violencia o amparar asesinos como desgracidamente hace la extrema izquierda en nuestra España.