Desgarrador. Esa es la palabra que mejor define, y por lo tanto, resume lo que se ha vivido este miércoles en la Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC). 'Las charlas de la Sociedad de la Nieve', organizadas por TRIBUNA GRUPO, llegaban a Valladolid tras dejar huella en Salamanca, donde las miradas, sin necesidad de escuchar, ya transmitían el sentir general. Como en la capital charra, uno de los 16 supervivientes de Los Andes, Eduardo Strauch, y el autor del libro basado en hechos reales, Pablo Vierci, que asesoró al director J.A. Bayona para plasmar lo sucedido en la premiada película, recordaron 53 años después que la vida... son dos días.

Por esa razón, el testimonio de Strauch cobró protagonismo desde el principio. Del "estaba convencido de que estaba muerto" al "algunos familiares reprocharon que nos comiéramos los cadáveres para sobrevivir". Es decir, desde el inicio del fatídico viaje hasta el final del proceso, hasta aquellos 72 días llenos de incertidumbre que acabaron con el sufrimiento no solo de los protagonistas, incluidos los reales y los ficticios, sino también el de los propios seres queridos, que apenas tenían noticias, desde la distancia, de lo que había pasado.

"Estaba convencido de que estaba muerto, y sentí pena por dejar la vida, que me cambió por completo. Recordad que estuvimos a 30 grados bajo cero, en mangas de camisa y logramos superar la situación", reconoció Strauch. En este sentido, Vierci aportó la visión de la "honestidad" a la hora de reflejar las vivencias en la gran pantalla. De hecho, apuntó que es muy complicado "honrar" la memoria de los muertos, ya que ofrecieron sus cuerpos para sobrevivir.

De ahí que los responsables del filme buscaran la "excelencia" en el relato para intentar estar "a la altura" tanto de "lo físico como de lo emocional". Para ello, los actores hicieron un gran esfuerzo ante el "infierno" de poder vivir, de alguna manera y salvando evidentemente las distancias, la tragedia de Los Andes. "Estaban muertos de hambre, cayeron enfermos por Covid... Yo, por ejemplo, no sabía si iba a llegar vivo a casa", comentó Vierci.

Strauch detalló que, en la vida real, las noches fueron "eternas" en las montañas, donde la "memoria humana se adaptó a la situación". "El grupo se fue transformando en un órgano. ¿Hubo momentos de tensión? Por supuesto, pero había que tomar una decisión. Era eso o morirse", aclara. Vierci, por su parte, desvela que en la película se apostó por el "hiperrealismo", como bien le comentó J.A. Bayona en numerosas ocasiones por teléfono. 

"El objetivo era la integridad o la nobleza, y la lealtad, por ejemplo, era otro de los elementos presentes", explica. En este sentido, Strauch fue más allá. "Un amigo me ofreció su cuerpo para que no muriera, y esa era la premisa", reiteró. "Había que contarlo de esa manera", continuó Vierci. "Confiamos en los actores porque eran honestos. Nos jugábamos mucho en esa superproducción", añadió.

De hecho, Strauch, al ver la película, reveló que los protagonistas se sorprendieron al recordar que conviveron "con la muerte" durante más de dos meses. Tanto fue así que, en ningún momento, él tuvo la "garantía" de poder sobrevivir, algo que le costó asumir. "Me preparé sobre la marcha. Cuando llegué a mi casa, tenía la cabeza totalmente distinta. De hecho, me costó reinsertarme en la sociedad. Me ayudó mucho que mi madre me dijera que nunca pensó en que estaba muerto", sentenció un Eduardo que, con las lágrimas en los ojos, se despidió de la UEMC asegurando, junto a su fiel escudero Vierci, que la mejor manera de vivir es bajo la mirada del carpe diem. Es decir, que uno, día tras día, debe aprovechar su momento.

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