Hay otras como el musgo, imprescindible en los belenes, el romero o el cactus de Navidad, y todas tienen su historia
Abeto, muérdago y flor de Pascua: curiosidades de botánica navideña
Hay otras como el musgo, imprescindible en los belenes, el romero o el cactus de Navidad, y todas tienen su historia
Abeto, muérdago y flor de Pascua son las tres plantas protagonistas del periodo navideño. Son las más conocidas de distintas especies relacionadas con la tradición floral de estas fechas cuyo uso decorativo suele estar vinculado con creencias religiosas, relata EFE.
El acebo es una de ellas, empleada por los antiguos romanos durante la 'Saturnalia', fiestas del soslticio invernal en honor al dios Saturno, donde las bayas rojas enlazaban la planta con el sol nuevo, ya que el rojo es uno de los colores tradicionales relacionados con el astro rey.
Hay otras, como el musgo -elemento imprescindible en todo belén que se precie- el romero -que se emplea en centros de mesa como símbolo tradicional- o el cactus de Navidad -que prospera en zonas húmedas y sombrías y florece con colores espectaculares durante el invierno-.
Abeto
Sin embargo, la planta navideña más conocida es el abeto, árbol cuya hoja perenne lo vinculaba entre los antiguos pueblos europeos con la inmortalidad, la fertilidad y la familia, especialmente en torno a la festividad de Yule, nombre de su festividad solsticial.
El abeto sustituyó al roble, árbol sagrado tradicional, a raíz de las campañas militares de evangelización del ejército franco coordinadas por San Bonifacio en el siglo VIII, cuyo episodio más conocido fue la tala del venerado Roble de Thor en el norte de lo que hoy es el estado federado de Hesse (Alemania): como el dios nórdico no respondió de inmediato fulminando al misionero, los paganos accedieron al bautizo.
Algunas tradiciones afirman que fue Martín Lutero quien sugirió adornarlo con velas para imitar el brillo de las estrellas que contempló a través de sus ramas, aunque los pueblos precristianos ya decoraban los árboles desde tiempos inmemoriales.
En el siglo XIX, se popularizó su uso a nivel global, si bien en España se extendió especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XX.
Muérdago
El muérdago es un símbolo asociado con la diosa Freya, una de las más destacadas de la mitología nórdica por su relación con el amor, la fertilidad, la prosperidad y la belleza, pero también con la magia y la guerra, cuya importancia se aprecia en el hecho de que el viernes le debe su nombre en buena parte de Europa: 'Friday' en inglés, 'Freitag' en alemán o 'Fredag' en los idiomas escandinavos.
Colgar un ramo de muérdago en casa era una forma de proteger y traer alegría al hogar y, aunque la tradición del beso se extiende en varios países europeos en los siglos XVIII y XIX, las creencias relacionadas penetraron en España con las invasiones germánicas de suevos, vándalos, alanos y, sobre todo, visigodos a partir del siglo V.
Aún así, la imagen popular del muérdago está hoy más ligada a los rituales sagrados de los druidas celtas, 'primos' de los sacerdotes germanos, que lo recolectaban en períodos concretos, sobre todo a partir de los robles, también para usos medicinales.
La ciencia contemporánea ha certificado que las propiedades químicas y farmacológicas de esta planta, que parasita a distintos tipos de árboles, varían en función de su huesped: el muérdago que crece en los robles, por ejemplo, posee una composición más rica en ciertos compuestos anticancerígenos mientras que el que parasita manzanos se ha utilizado tradicionalmente para problemas cardiovasculares.
Flor de Pascua
Respecto a la flor de Pascua, las misiones franciscanas en México comenzaron a utilizarla como decoración navideña en la época del Virreinato de Nueva España y su uso se fue extendiendo luego a todos los países de ámbito hispano: hoy día, Almería sigue siendo una de las grandes productoras del mundo.
En el siglo XIX, su intenso colorido llamó la atención del político y botánico norteamericano Joel Roberts Poinsett, enviado especial de EEUU en México, quien no sólo se apoderó de la tradición para expandirla a otros países empezando por el suyo, sino que la renombró con su propio nombre: la poinsetia.
Aunque existe la creencia errónea de que difícilmente sobrevive a las fechas navideñas, los expertos de la campaña 'Stars for Europe' financiada por la UE explican que con cuidados adecuados puede durar mucho tiempo.
Tras su conocida floración invernal, "es normal que la planta pierda sus brácteas de colores y entre en una fase de reposo que suele prolongarse hasta abril" y durante este tiempo "apenas necesita atenciones" más allá de ser ubicada en un lugar fresco y luminoso, con una temperatura de entre 15 y 18 grados y un mínimo riego.
A partir de septiembre, es necesario someterla a "un proceso de oscuridad controlada durante un período de entre seis y ocho semanas", permaneciendo "entre 12 y 14 horas diarias a oscuras, sin recibir absolutamente ninguna fuente de luz" para que vuelva a desarrollar todo su colorido.
FUENTE: EFE
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