Los supervivientes de España
Nací en 1984, lo cual ya es irónico de por sí dado que mi vida comenzó con una distopía de Orwell. Desde entonces, todo ha ido bastante según el guión del libro. Soy milenial, esa generación incomprendida, criada con cortes de televisión a las diez de la noche y jeringuillas en las fuentes. Nos prometieron un futuro brillante lleno de oportunidades pero lo que hemos tenido, en cambio, es un desfile de crisis que harían llorar al mismísimo Mad Max.
A día de hoy ya he vivido tres crisis económicas, varias burbujas (inmobiliaria, tecnológica y existencial), un par de terremotos -geológicos y emocionales-, una pandemia global, y ahora, como guinda del pastel, una posible tercera guerra mundial. Todo muy Black Mirror, pero sin pausa para el café.
Y por si fuera poco, la democracia en mi país se va desvaneciendo como el wifi cuando entras al ascensor. Un día votas, al siguiente tienes que revisar si eso de 'separación de poderes' era una idea o un chiste. Las instituciones, esas grandes estructuras que nos sostenían, ahora parecen hechas con cartón barato, de ese que se humedece con solo mirarlo. Al menos la UCO, que resuena en los medios todos los días, parece ser el pegamento que mantiene todo unido. De momento.
Gracias a esto, hemos desarrollado una habilidad sobrehumana para adaptarnos. ¿Crisis económica? a vivir de las paguitas, ¿nos confinan? aprendemos a hacer yoga y llorar en posición de loto. La resiliencia millennial es la envidia de cualquier civilización postapocalíptica.
Si algo he aprendido, además de buscarme la vida con una newsletter sobre SEO, es que el mundo puede estar ardiendo, pero mientras podamos hacer chistes sobre ello, no todo está perdido. Igual la democracia sí, pero el humor sigue ahí. Por ahora.
Así que aquí seguimos en una mezcla entre episodio de 'The Last of Us' y tutorial de Youtube mientras esperamos el próximo cataclismo con estoicismo, ironía y, si el CIS de Tezanos lo permite, un poco de tranquilidad.